San Agustín y la Conversión
Fr. Ed Benioff - Added on Monday, August 11, 2014

San Agustín fue uno de los hombres más influyentes que ha habitado el planeta. Cuando el antiguo mundo romano se estaba derrumbando, él sentó las bases de una nueva sociedad. Inventó nuevos géneros literarios. Escribió con autoridad acerca de la política, la moral, la música, la historia, la Escritura, la lógica, el matrimonio, la educación, la oración, y sobre cómo cuidar de un cuerpo muerto. Fue un pionero del método científico. Sirvió en la corte de un emperador. Destacó como obispo, juez, profesor y autor.

 

La mayoría de nosotros nunca nos acercaremos al nivel intelectual o los logros que alcanzó Agustín.

 

Pero, en cierta manera, todos somos como él. Necesitamos la conversión. Necesitamos cambiar completamente nuestras vidas.

 

Agustín nació y se crió en el norte de África, a mediados del siglo IV. Su madre, Mónica, era cristiana. Su padre, Patricio, era un pagano que dio un mal ejemplo moral para su hijo.

 

El joven Agustín, desde muy temprana edad, destacó entre los demás estudiantes de su pequeño poblado. Él estaba claramente destinado para cosas más grandes y así obtuvo becas que le permitieron, durante sus años de adolescencia y universidad, cursar sus estudios en escuelas de prestigio. Inclusive en la gran ciudad, él descubrió que era siempre la persona más inteligente en cualquier reunión. Y se sentía muy orgulloso de serlo.

 

Aunque su madre lo había criado como católico, Agustín descubrió que la moral católica era incompatible con la vida que él quería vivir en el campus de la universidad de su gran ciudad y dejó de practicar la fe. Se mudó con su novia y con ella concibió un hijo fuera del matrimonio.

 

Esto fue una prueba difícil para Mónica, su madre. En un principio, ella intentó discutir con él, pero esto no la llevó a ninguna parte. Él era una persona brillante, y ella, en cambio, apenas sabía leer. Entonces, ella trató de disciplinarlo negándole los privilegios familiares, pero eso sólo pareció alejarlo más.

 

Entonces, ella tomó la firme decisión de emprender un camino espiritual. Buscó a un experto en dirección espiritual, y obtuvo buenos consejos de él. Se hizo más disciplinada y constante en su oración y se esforzó por ser una presencia amable y útil para con la amante de Agustín y para con su hijo. Ante todo, Mónica empezó a concentrarse en su propia conversión.

 

El caso de Agustín no había de tener una solución rápida. A medida que él se iba destacando más y más en su carrera, se fue volviendo más y más orgulloso y distante de Dios. Incursionó en las religiones orientales ocultas, aunque incluso en éstas no llegó a comprometerse pues Agustín sólo estaba interesado por Agustín.

 

Cuando su carrera lo llevó al otro lado del mar, para asumir puestos más importantes en ciudades más destacadas, su madre lo acompañó, primero con su oración, pero con el tiempo, también con su misma presencia. Cuando el joven empezó a percibir el vacío de la vida que estaba viviendo, empezó a notar la sabiduría de la fe de su madre. Así, alrededor de los treinta años de edad y después de diecisiete de estar alejado de la iglesia, volvió finalmente a los sacramentos de su infancia.

 

Agustín pasó entonces a convertirse en el teólogo más influyente de la Iglesia de todos los tiempos. A excepción de la Santa Biblia, nadie es citado con tanta frecuencia como él en el Catecismo de la Iglesia Católica.

 

Su tenaz resistencia a la fe católica había sido toda una prueba para su madre. Pero los largos años de oración de ella lograron finalmente, no sólo su conversión, sino también la conversión de su propio esposo, así como también la de la amante, y la del hijo de Agustín... ¡y nunca sabremos la de cuántos miles de personas más!

 

La historia se repite todavía en la actualidad. Hijos de hogares fieles se desvían de la fe, y esto causa un verdadero dolor para sus padres. La historia de Agustín y Mónica nos debería llenar a todos de esperanza. Estas aparentes tragedias pueden tener finales increíblemente felices dentro de los planes de nuestro Dios sabio y amoroso. ¡Hemos de orar como Monica oró, y hemos de trabajar en nuestra propia conversión, más que en la de cualquier otra persona!

 

Quién sabe… De entre las filas de la juventud rebelde de hoy, Dios puede estar preparando a un nuevo Agustín para sentar las bases de una nueva cultura. Él siempre está dispuesto a suscitar santos de entre las filas de los pecadores orgullosos y endurecidos.

 

Hagan hoy una lista de las personas de su vida que parecen estar lejos de Dios. Renueven su compromiso de orar por ellos diariamente. Conserven la lista en algún lugar en el que puedan verla frecuentemente.

 

comments powered by Disqus