Haciendo Tiempo Para La Palabra De Dios
admin - Added on Monday, June 30, 2014

Conversar es la clave para cualquier relación. Eso es verdad en la amistad, en el matrimonio, en nuestra vida con Dios.

Algunos de nosotros somos más conversadores que otros y todos crecemos pasando el tiempo con la gente que amamos en el que intercambiamos palabras. Expresamos nuestras opiniones, hacemos observaciones e intercambiamos experiencias. Nos alentamos unos a otros. A veces tenemos que corregirnos. La calidad de nuestras palabras hará la diferencia entre el compañerismo y la mera coexistencia.

Nosotros no queremos coexistir con Dios, sino que queremos conocerlo como nuestro Padre amoroso. Queremos conocer a Cristo como nuestro amigo y hermano. Queremos estar animados por la presencia y el poder del Espíritu Santo.

Queremos una relación personal, y las relaciones personales se alimentan de la conversación, y para que se dé una conversación toma tiempo.

Dios ya ha empezado la conversación con nosotros. Él envió su Palabra al mundo, y está a la espera de que respondamos. Él inspiró a los autores de las Sagradas Escrituras para hacer llegar su mensaje divino en lenguaje humano y lo hizo porque quiere con urgencia llamar nuestra atención. Él quiere hablar con nosotros. Él quiere nuestro tiempo para conversar.

¿Estás pasando tiempo con Dios leyendo la Biblia? Hay muchos buenos libros en el mundo, pero sólo hay uno cuyo autor es Dios mismo.  Sólo hay un libro en el que Dios mismo te espera y habla en sus páginas.

Yo sé…  Es un libro grande e intimidante;  fue escrito hace mucho tiempo, en una cultura extranjera, en un estilo que a veces es muy seco y a veces muy exigente. Pero,  no necesitas ir a la escuela para estar más cerca de Dios que a través de las Escrituras. Él da la gracia para su comprensión pero para ello necesita que le demos de nuestro tiempo.

Es posible que encuentres diez minutos de tu día para dedicarlo a la  Palabra de Dios. Para algunas personas, el mejor momento es por la mañana temprano, cuando nadie más está despierto. Para otros, es tarde en la noche, después de que todos se han ido a dormir. Y otros hacen tiempo llevando un Nuevo Testamento de bolsillo a escondidas a cualquier lado - o la aplicación de la Biblia en su smartphone.

Cuando una relación es importante,  le damos tiempo. Es decir ponemos todos los medios que sean necesarios por mantener esa relación.

Si no te has hecho el hábito, empieza hoy.  Te recomiendo que empieces con los Evangelios. Primero lee San Lucas porque empieza contando todo como una historia y lo hace de forma maravillosa.  Luego lee San Juan, porque sigue el mismo esquema, pero lo hace de manera distinta. Luego vuelve y lee San Mateo y San Marcos.

Cuando termines los Evangelios, anda a los Hechos de los Apóstoles y conoce la historia de la Iglesia primitiva.  Es una aventura, y la Iglesia aún sigue viva hoy. Tú eres parte de esa aventura. Te darás cuenta de ello cuando lo leas.

Hay algo que te recomiendo "no hacer": no leas la Biblia de la misma manera cómo lees otros libros. Recuerda que no se trata sólo de leer, se trata de una conversación amorosa con tu Padre, amigo, hermano, y el Espíritu en tu alma. Así que empieza con una breve oración que reconoce al Otro. Puede ser tan simple como "¡Ven, Espíritu Santo!" o "¡Jesús, abre mis ojos!". Puede ser tan simple como repetir o cantar la frase de tu himno favorito.

No te prives de la alegría de la Sagrada Escritura. Hace mucho tiempo, un gran santo dijo que "la ignorancia de las Escrituras es ignorar a Cristo”. Nosotros no queremos ser de quienes no lo conocen sino de aquellos que son sus amigos. Él es el amigo que lo dio todo por nuestra salvación: ¡Él dio su vida por ti!

Otro santo cambió su vida cuando oyó una voz que decía: "¡Toma y lee! ¡Toma y lee!"  Y fue desde ese momento, que trató de imitar al Cristo que encontró en la Biblia que leyó.

Bueno, ahora tú estás oyendo la misma invitación. Espero que la escuches y respondas, y que le inviertas tiempo.  ¡Tómate unos minutos cada día para leer la Palabra de Dios!

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