El Bautismo: Nacer de nuevo. Nacer de lo alto. Nacer del Espíritu.
Fr. Ed Benioff - Added on Monday, August 11, 2014

Estoy seguro de que ustedes celebran su cumpleaños. O por lo menos lo hicieron antes que dejaran de contar los años…

 

Pero, ¿celebran ustedes su Bautismo? Realmente deberían hacerlo, porque ése es el día en que nacieron para una vida mejor. Nacieron del agua y del Espíritu. Nacieron de lo alto, nacieron de nuevo, nacieron para el cielo (cf. Jn 3, 3-8).

 

En el Bautismo nacemos de nuevo para llegar a ser como Jesús es. Él tomó nuestra naturaleza humana para que pudiéramos compartir su naturaleza divina (2 Pedro 1, 4). Él quiere que “seamos como él” (1 Jn 3, 1).

 

El día de nuestro Bautismo recibimos el mejor regalo. Por nosotros mismos nunca podríamos conseguir o recibir nada que se asemejara a la vida eterna. Todos los demás regalos son pasajeros, se gastan, se quedan cortos, se deterioran, caducan.

 

Sólo la vida de Dios es eterna. Sólo Dios posee el verdadero poder. Y, sin embargo, él lo pone todo a nuestra disposición cuando somos bautizados. Cuando salimos de las aguas, tenemos los más grandes superpoderes, y no necesitamos escondernos en una cabina de teléfono o ponernos una capa para activarlos.

 

Por el Bautismo llegamos a vivir con la vida de Jesús. Vivimos en Cristo, y Cristo vive en nosotros. Como dijo San Pablo: “Todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo” (Gálatas 3, 27).

 

Y así, oramos con su poder de intercesión. Vamos al Padre como iría Jesús. Con el poder de Jesús, podemos pronunciar palabras que curen a las almas. Podemos amar a las personas de una manera que cambie sus vidas. El Bautismo es el sacramento de nuestra salvación. Jesús “nos ha salvado a través del baño de la regeneración” (ver Tito 3, 5-7).

 

Esa es una buena razón para celebrar. Y deberíamos hacerlo.

 

¿Cómo? Bueno, deberíamos implorar frecuentemente la gracia del sacramento. La gracia está constantemente allí, siempre y cuando nos mantengamos libres de pecado grave. Pero es útil recordarnos a nosotros mismos quiénes somos y lo que Dios ha hecho con nosotros. Eso nos ayuda recordar la vida y el poder divinos que él nos ha dado para que sean nuestros.

 

Cada vez que usamos el agua bendita, estamos celebrando la memoria de nuestro Bautismo. Nos santiguamos con agua, tal como lo hicimos en ese día. Hacemos la señal de la cruz e invocamos el nombre de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando hacemos esto, estamos rememorando el día de nuestro nacimiento para la vida sobrenatural.

 

Algunas personas también marcan esa fecha en el calendario y la celebran cada año como un día de fiesta. Hacen una cena especial, o salen a festejar con sus amigos. Recitan el Credo o renuevan sus promesas bautismales.

 

El Papa San Juan Pablo II dijo que cada uno debe asumir esta práctica. “¡Deberíamos celebrar el día de nuestro bautismo como lo hacemos con nuestro cumpleaños!”, dijo. “Pero, ¿cuántos de los bautizados son plenamente conscientes de lo que han recibido?”.

 

¿Estamos ustedes y yo— como deberíamos— conscientes de esto?

 

¿Conocen ustedes la fecha de su Bautismo? ¿Cómo la pueden averiguar? ¿Y cómo la van a celebrar?

comments powered by Disqus