Cuentas de gozo: Redescubriendo el Rosario
Fr. Ed Benioff - Added on Tuesday, July 01, 2014

Cuentas de gozo: Redescubriendo el Rosario

 

Sabemos que Evangelio significa “Buena Nueva”.  ¿Existe algo mejor que la “buena nueva” que nos trajo el Señor Jesús?

 

Vino a entregarse por nosotros.  Vino a darnos todo lo que tiene. Comparte su mesa con nosotros en la Santa Misa. Comparte su hogar con nosotros en el Cielo.  Nos enseña a dirigirnos a Su Padre diciendo “Padre Nuestro”.  Y mientras moría en la cruz, en su último respiro nos entregó a Su Madre, la Santísima Virgen María, para que sea también nuestra Madre.

 

Esta es la forma como San Juan recuerda ese momento.

 

            “Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo:           «Mujer, aquí tienes a tu hijo».

 

            Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el         discípulo la recibió en su casa” (Juan 19, 26-27).

 

Ahora nosotros somos todos los discípulos a quienes Jesús ama, y somos invitados a recibir a nuestra Madre en nuestras vidas.

 

Creyentes de todas las edades hemos recibido su invitación y nos hemos dirigido a María con inmenso amor.   Hemos meditado en la vida de Jesús a través de los ojos de María.   Hemos rezado con la palabras del Arcángel Gabriel “¡Bendita tú entre las mujeres, el Señor está contigo!” (Lucas 1, 28).   Hemos rezado con las palabras del Evangelio: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lucas 1, 42).

 

Rezando de esta forma, los cristianos, a lo largo de todas las generaciones hemos podido conocer el cálido amor que existe entre Jesús y María, la vida profunda que se vive en la Sagrada Familia. Cumplimos con la profecía del Evangelio en la que todas las generaciones llamarán a María la “bienaventurada”  (Lucas 1, 48).

 

A lo largo del tiempo, esta simple forma de rezar se fue convirtiendo en el Rosario.  Quizá se ha convertido en la manera más querida de elevar una oración. Es sencillo aprenderla.   Y está probado que es un método que ayuda a diferentes tipos de personas – desde trabajadores en fábricas o en el campo, hasta enfermeras o ganadores del Premio Nobel.

 

El Arzobispo José Gomez, nos ha exhortado a: “¡Redescubrir el Rosario!  Es la oración de los santos y la oración para ti …   es sencilla como para un niño, y tan profunda que nos ayuda a entrar en los misterios del Hijo de Dios”.

 

Cuando rezamos el Rosario, estamos repitiendo las palabras de las oraciones básicas de la Iglesia mientras meditamos en los grandes momentos de la vida de Jesús.   Entramos a meditar con nuestros corazones en esos momentos, porque Jesús realmente quiere que estemos ahí con Él.   En todos esos lugares - Nazaret, Belén, Egipto, Galilea, el Monte Tabor, Jerusalén, el Calvario – nos mostró cuánto nos amó a ti y a mí.  Somos parte de esos lugares junto a Él.  El Rosario nos lleva allá a través de nuestra imaginación y oración.

 

En el rezo del Rosario nos acercamos más a María como nuestra Madre espiritual.   Ella nos guía delicadamente a través de la vida de Jesús.   Nos enseña a vivir en nuestro nuevo y celestial hogar.  Nos enseña a hacer lo que Jesús nos diga (ver Juan 2, 5).

 

Como cualquier buena madre, nos está educando y está formando nuestra personalidad.  Mientras meditamos en los diferentes momentos del Evangelio, Ella nos enseña a ser buenos como Jesús, valientes como Jesús, pacientes como Jesús y misericordiosos como Jesús.  Ella nos enseña a ser como Dios.

 

Viviendo de esta forma, en el cuidado de María, en los brazos de la Madre de Dios, sabemos de la protección de los ángeles.   Sabemos de la vida del cielo, aquí en la tierra. Hemos sido hechos para esto, para nuevamente ser sus hijos (Apocalipsis 12, 17), como hermanos y hermanas de Jesús.

                                                                                                                                   

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