
No existe contradicción entre nuestra fe y nuestra razón. Dios mismo que creó el universo, nos dio también la habilidad de pensar y analizar, y espera que nosotros demos buen uso a este don de la razón para contemplar su gloria y los misterios de su creación.
Nuestra habilidad en comprender todas las realidades nos inspira para amar y servir a Dios en todas las cosas. En la medida que usemos más nuestra razón, más nos inclinaremos a alabar y adorar a Dios.
Examinando las diferentes “pruebas” sobre la existencia de Dios, se nos invita a percibir la racionalidad de creer en Dios. Nos ayudamos de grandes filósofos de nuestra Tradición católica, como Santo Tomás de Aquino, San Agustín y los discípulos, para poder ver cómo nuestra razón nos fortalece y confirma lo que sabemos por la fe.